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ACTIU Talks: Borja Fernández del Vallado de L35 arquitectos

ACTIU Talks: Borja Fernández del Vallado de L35 arquitectos

SEPTIEMBRE 2025
·
7 minutos
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Borja Fernández del Vallado es arquitecto y socio de L35 Architects, uno de los estudios españoles de arquitectura con mayor proyección internacional, con oficinas en Madrid, Barcelona, Sotogrande, París, Estambul, Bogotá, Milán, México, Santiago y Abu Dhabi. A lo largo de su trayectoria, ha participado en proyectos emblemáticos como la transformación del estadio Santiago Bernabéu, ejemplo de la capacidad del estudio para abordar intervenciones complejas con una mirada global y una sensibilidad local. L35 combina arquitectura, urbanismo y diseño en un mismo marco conceptual, con la convicción de que la excelencia únicamente se alcanza a través de la colaboración entre arquitectos, industria y cliente.

Para Fernández del Vallado, la arquitectura contemporánea debe ir más allá de la forma: debe ser propositiva, sostenible y profundamente conectada con su contexto. Su visión reivindica la alineación entre propósito, tecnología y territorio y la necesidad de entender la sostenibilidad como una respuesta honesta al lugar. En su trabajo, el rigor técnico convive con la pasión por innovar y con una idea central: lo que no existe puede inventarse, siempre que exista un compromiso común por hacer realidad lo posible.

“La sostenibilidad no puede ser marketing; debe ser consecuencia de decisiones honestas.”

L35 es un estudio con más de 50 años de historia y presencia internacional. ¿Cómo describirías la filosofía que guía el trabajo del despacho y qué elementos diferencian vuestra manera de abordar los proyectos?

L35 es un estudio atípico, casi un “rara avis” dentro del panorama arquitectónico. Nos define una actitud de mejora constante, una voluntad de evolucionar y de no conformarnos. Creemos en una arquitectura que dialogue con su entorno, que aporte valor urbano y responda a las necesidades humanas. Nuestra filosofía se basa en la excelencia, la sostenibilidad y la colaboración transversal. Lo que nos diferencia es la capacidad de abordar proyectos complejos con una mirada global y una sensibilidad local, integrando tecnología, cultura y contexto en cada propuesta.

Hablas de la importancia de la colaboración y de alinear a todos los agentes en torno a un propósito común. ¿Qué significa para ti esa idea de “excelencia compartida”?

La excelencia no se alcanza en solitario. En un proyecto intervienen muchos actores: el cliente, los arquitectos, la industria, los proveedores y los usuarios. Cuando todos se alinean en un mismo propósito, el resultado excede las expectativas. La clave está en escuchar, en generar confianza y en mantener una actitud propositiva. Un proyecto de éxito es aquel en el que cada parte se siente parte de algo mayor.

El proyecto de reforma del estadio Santiago Bernabéu ha sido uno de los más ambiciosos del estudio. ¿Qué aprendizajes te ha dejado una obra de esa escala y complejidad?

Ha sido un reto extraordinario. El cliente quería un icono para Madrid y para España, y nosotros debíamos transformar un estadio histórico en un destino urbano contemporáneo. Analizamos los flujos de la ciudad y del propio estadio, respetando las “costillas” originales que eran parte de su identidad. La coordinación con la industria fue esencial: más de 13.000 piezas parametrizadas de acero inoxidable fabricadas en Galicia y un calendario aparentemente imposible. Pero cuando todos los equipos se comprometen, lo imposible deja de serlo. 

Hoy el Bernabéu es un símbolo renovado y un ejemplo de cómo arquitectura, ingeniería e industria pueden avanzar de la mano.

A la hora de aterrizar los proyectos, de pasar del papel en blanco a la realidad. ¿Cómo manejas ese equilibrio entre la visión ideal y las limitaciones reales?

El papel en blanco es un punto de partida onírico, pero el proyecto sólo existe cuando aterriza. Hay que equilibrar ideas, presupuesto y necesidades. Si nadie puede financiarlo o construirlo, deja de ser arquitectura. La creatividad tiene que convivir con la responsabilidad: convertir lo intangible en algo posible sin perder ambición ni coherencia.

En proyectos así, la relación con la industria parece determinante. ¿Qué valor tiene ese diálogo técnico y creativo?

Es fundamental. La industria convierte la idea en realidad. Cuando un proveedor o fabricante te dice “eso no se puede”, comienza el reto: ver hasta dónde podemos presionar el sistema y encontrar juntos la solución. La mejor parte del proceso llega cuando el industrial se sube al carro y aporta su conocimiento para hacer viable lo que parecía imposible. Esa complicidad técnica y creativa es lo que da sentido al oficio.

La sostenibilidad es uno de los grandes temas de la arquitectura actual. ¿Qué significa para ti ser sostenible “al lugar”?

La sostenibilidad no es un eslogan ni un checklist. Es adaptarse al contexto, aprovechar las herramientas locales y responder al entorno con inteligencia. En Andalucía, por ejemplo, hemos trabajado con soluciones constructivas tradicionales y recursos del propio territorio. Esa adecuación al lugar es la verdadera sostenibilidad: no se trata de aplicar tecnología sin criterio, sino de entender qué funciona en cada contexto y cómo puede evolucionar. La sostenibilidad no puede ser marketing; debe ser consecuencia de decisiones honestas. Eso implica repensar materiales, procesos y comportamientos. No se trata de construir más, sino de construir mejor.

El trabajo del arquitecto no se entiende sin la colaboración con la industria. ¿Qué valor encuentras en esa relación con fabricantes y marcas, y cómo influye en la materialización de vuestras ideas?

La colaboración con la industria es esencial. Los fabricantes y marcas nos permiten materializar ideas con precisión, innovación y calidad. Es una relación de aprendizaje mutuo: nosotros aportamos visión y ellos soluciones técnicas que enriquecen el proyecto. Además, nos permite estar al día en cuanto a sostenibilidad, certificaciones y nuevos materiales.

L35 ha participado en proyectos urbanos de gran escala, desde centros comerciales hasta estadios y espacios públicos. ¿Qué aprendizajes deja este tipo de intervenciones y cómo cambia la forma de entender la arquitectura en función de esa escala?

Trabajar en gran escala nos obliga a pensar en términos de ciudad, movilidad, impacto social y sostenibilidad. Aprendemos a coordinar equipos diversos, gestionar tiempos largos y anticipar el uso futuro de los espacios. Esta experiencia nos ha enseñado que la arquitectura no es únicamente construir, sino transformar entornos y mejorar la vida colectiva.

Hoy se habla mucho de “humanizar” los espacios. ¿Cómo aplicáis ese enfoque en vuestro trabajo y de qué manera crees que la arquitectura puede mejorar la vida cotidiana de las personas?

Humanizar es entender cómo vive, se mueve y siente el usuario. En L35 aplicamos este enfoque desde el diseño de recorridos, la luz natural, la vegetación, hasta la escala de los elementos. Queremos que los espacios sean intuitivos, amables y generen bienestar. La arquitectura debe ser empática y generosa.

¿Qué papel desempeñan hoy las nuevas herramientas digitales, desde la modelización BIM hasta la inteligencia artificial, en la manera en que diseñáis y desarrolláis proyectos?

Las herramientas digitales han transformado nuestra forma de diseñar. BIM nos permite coordinar mejor, prever conflictos y optimizar costes. La realidad aumentada mejora la comunicación con clientes y usuarios. La inteligencia artificial empieza a ayudarnos en análisis de datos urbanos, simulaciones y generación de alternativas de diseño.

¿Qué tendencias observas en la arquitectura internacional, especialmente en el diseño de espacios públicos, comerciales o de ocio, que marcarán el futuro inmediato del sector?

Observamos una tendencia hacia espacios híbridos, flexibles y experienciales. En el ámbito público y comercial, se busca integrar naturaleza, tecnología y comunidad. También hay un interés creciente por la circularidad, la reutilización y el diseño inclusivo. El futuro será más sensible, más adaptable y más humano.

En un mundo tan cambiante, ¿qué debe aportar hoy un arquitecto más allá de proyectar edificios? ¿Cómo se redefine vuestra profesión frente a los desafíos sociales, tecnológicos y medioambientales?

El arquitecto ya no es únicamente un diseñador de edificios, sino un mediador entre necesidades sociales, técnicas y medioambientales. Debemos aportar visión estratégica, capacidad de síntesis y compromiso ético. Nuestra profesión se redefine como agente de cambio, capaz de imaginar y construir futuros más sostenibles y equitativos.